Érase una vez Granada
Y en el principio, fue la leyenda...
martes, 18 de abril de 2017
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viernes, 30 de diciembre de 2016
El mito del mes: Diciembre
Llegamos al último mes del año en nuestro calendario. También es
el último mes en el calendario romano que usará un número como nombre (decem, ‘diez’), atendiendo a la posición
que ocupaba. En el calendario ático (griego) se conoce como Poseidon (mitad diciembre-mitad enero), por tomar su nombre del
dios Poseidón.
No cabe duda de que el calendario romano
festeja una de las fiestas más conocidas: las Saturnalia. Éstas tenían lugar
entre el 17 y 23 de diciembre, que coincidía con el solsticio de invierno, justo
después de que se hubiera recogido toda la cosecha de los campos.
Se celebraban en honor a Saturno quien, tras ser expulsado por Júpiter, fue acogido por Jano, un dios “de la primera generación”, de acuerdo a Macrobio (Saturnales 1.7.19-23). Ambos gobernaron conjuntamente la ciudad de Janículo (en la región de lo que se conoce como Italia) y fundaron la ciudad de Saturnia (el Lacio). Debido a la época de prosperidad que tuvieron durante su gobierno, sus descendientes les dedicaron dos meses contiguos: en diciembre se celebraría la festividad de Saturno y enero recibiría el nombre de Jano (Ianarius).
Se celebraban en honor a Saturno quien, tras ser expulsado por Júpiter, fue acogido por Jano, un dios “de la primera generación”, de acuerdo a Macrobio (Saturnales 1.7.19-23). Ambos gobernaron conjuntamente la ciudad de Janículo (en la región de lo que se conoce como Italia) y fundaron la ciudad de Saturnia (el Lacio). Debido a la época de prosperidad que tuvieron durante su gobierno, sus descendientes les dedicaron dos meses contiguos: en diciembre se celebraría la festividad de Saturno y enero recibiría el nombre de Jano (Ianarius).
Saturno fue asimilado al dios griego Cronos, padre de Zeus, bajo el cual se vivió una Edad de Oro, donde había prosperidad y dioses y hombres convivían en armonía, por lo que los romanos hablan de la Edad de Oro de Saturno.
Las fiestas se abrían con un gran sacrificio, seguido de un banquete al que asistía todo el mundo vestido con ropas no demasiado formales y un gorro (¿reminiscencia en las coronas de papel que vienen en los crackers navideños ingleses?). Acaba con el grito ‘Io Saturnalia’ resonando por toda la ciudad. En el día del banquete la estatua de Saturno es despojada de sus cadenas de lana, las cuales bien representaban que el fruto que había estado oculto durante un tiempo, bien porque se quisiera retener la presencia del dios. Era un tiempo de alegría (tiendas, escuelas y juzgados estaban cerrados), de exceso en cuanto a comida y bebida, y de intercambiar regalos -pequeñas muñecas de cerámica para los niños y velas a los adultos. En este contexto alegre, las normas sociales se relajaban y los siervos eran tratados igual que los señores, incluso en las casas podían ocupar el lugar de sus señores, y se elegía al “rey de las burlas” (Saturnalicius princeps), que sería el Señor de las Fiestas.
Por su parte, en Grecia también se celebraba el solsticio de invierno a través de fiestas que tenían como centro a Deméter y Dionisio.
La fiesta Haloa estaba dedicada a Deméter y Dionisio tras el corte de los viñedos y la degustación del nuevo vino. Era también una fiesta en la que predominaba la alegría, y en ella el protagonismo correspondía a las mujeres de cualquier condición social, ya que sólo participaban féminas. Los hombres estaban fuera del recinto. Durante este tiempo las mujeres portaban símbolos de los genitales masculinos y femeninos; comían dulces y pasteles con formas de genitales masculinos; bebían grandes cantidades de vino, y se susurraban canciones y dichos obscenos por parte de las sacerdotisas en el oído de las mujeres para incitarlas al adulterio. Todo ello (comida, bebida y canciones) tenía por objetivo favorecer la fertilidad. No en vano Deméter y Dionisio eran dioses de la fertilidad, de los campos y de los viñedos, respectivamente.
Era también la época de las Dionisias rurales, en las que procesionaba Dionisio en forma de falo (de nuevo, símbolo de fertilidad). Un ejemplo de cómo sería esa procesión se encuentra en Aristófanes, Acarnienses 197-203. Eran unas fiestas alegres y dicharacheras en las que grupos de muchachos entonaban canciones con toque chirigotero (en contenido) a todo aquel con el que se encontraban y realizaban danzas obscenas. A ellas se añadían el vino y los higos como símbolos de Dionisio. Plutarco, si bien se queja de los gritos, el jaleo y la vulgaridad en la que a veces se incurría durante estos días (Mor. 1098C), también recoge la sencillez del origen de la fiesta:
El festival patrio de las Dionisíacas se celebraba antiguamente con una procesión popular y alegre. Un ánfora de vino y un sarmiento, después alguien arrastraba al macho cabrío, otro seguía portando un cesto de higos pasos y, después de todo, el falo (Mor. 257D, traducción Rosa Mª Aguilar).
Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO
Si quieres conocer nuestros mitos y tradiciones locales,
no te pierdas la ruta nocturna Leyendas de Granada :)
miércoles, 5 de octubre de 2016
El signo del mes: Libra
Este signo zodiacal está relacionado con Astrea, la diosa catasterizada (convertida en estrella) como
Virgo. Así, Libra sería el atributo de esta diosa, quien se serviría de una
balanza para pesar la justicia de los hombres o el destino de éstos.
No obstante, esto no siempre fue así. En un principio se consideró
que serían las pinzas (Chelae en
griego) de Escorpión, pinzas que en latín se designaban como Libra. Pero ¿cómo explicar el paso de
“pinzas” de un escorpión a los brazos de una “balanza”? En el comentario de
Servio, autor latino, a las Geórgicas de
Virgilio (1.33) parece ser que está la clave. La balanza se consideró como
símbolo de la Justicia por cercanía con Virgo, ya que estaba situada bajo éste.
Los romanos consideraban que Virgo era la catasterización de
Erígone, hija de Icario, el introductor de la vid y el vino en Grecia. Éste dio
a beber del fruto de la nueva planta a los ciudadanos, quienes, por no tener
colmo, se emborracharon. Creyendo que Icario los había envenenado, lo mataron.
Cuando Erígone fue a buscar a su padre, al encontrarlo muerto, se ahorcó sobre
la tumba paterna. Por la piedad hacia su padre, fue convertida en estrella por
los dioses y llamada con el nombre de Justicia.
Servio reafirma esto unas pocas líneas antes de relatar brevemente
el mito de Erígone cuando escribe que “libra
(las pinzas del cangrejo) son la equidad, Virgo la justicia”.
Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica
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viernes, 30 de septiembre de 2016
Estreno ruta "Granada hermética y masónica"
¿Quieres pasear por Granada desencriptando simbología hermética que muy pocos conocen y comprenden?
Únete el sábado 8 de octubre al estreno de nuestra ruta Granada hermética y masónica, guiada por el especialista David Martín (ver Sobre nosotros).
SÁBADO 8 DE OCTUBRE
19:00 hrs.
(Duración: 2'5 hrs. aprox.)
Precio: 15 € (Oferta de lanzamiento)
IMPRESCINDIBLE RESERVA
Información y reserva: 652374417
martes, 20 de septiembre de 2016
El mito del mes: Septiembre
ROMA:
Septiembre sería el séptimo mes del antiguo calendario romano o prejuliano, a partir de lo que toma su
nombre. Durante un breve tiempo, el emperador Domiciano, que tomó el
sobrenombre de Germánico por su victoria frente a los catos, le cambió el
nombre por Germánico y porque, de acuerdo a Suetonio (Domiciano 13) y Marcial (Epigramas
9, 1), en este mes asumió el imperio.
Este mes, aunque en el calendario agrícola estaba bajo la
protección de Vulcano y Minerva, en realidad era más de Júpiter, ya que durante
casi todo el mes (del 5 al 19) se celebran los juegos más antiguos y famosos de
Roma, los “Ludi Romani”, dedicados a Júpiter Optimus Maximus. En principio
conmemoraban los triunfos militares, pero posteriormente se celebraron de manera
anual.
Previo a los juegos, tenía lugar una procesión desde el
Capitolio hasta el Circo Máximo pasando por el Foro. Encabezándola, iban las
autoridades y los hijos de éstas (como muestra del poderío romano presente y
futuro a los asistentes extranjeros), les seguían, en primer lugar, los
participantes en las competiciones varias, los cuales iban desnudos a excepción
de sus genitales; en segundo, los coros de danzarines divididos en grupos según
la edad (hombres, adolescentes y niños) dirigidos, cada grupo, por un líder que
marcaba los movimientos de las danzas. Tras estos bailarines de danza seria,
iban bailarines o sátiros de danza cómica, que parodiaban las danzas serias. A
continuación se encontraban los portadores de los instrumentos y materiales necesarios
para el sacrificio con el que culmina la procesión. En último lugar, cerraban
la procesión grupos de hombres que portaban en sus espaldas imágenes de los
dioses olímpicos y de los anteriores y posteriores a ellos, tanto romanos como
griegos (o como se diría en “Juego de Tronos”, “de los dioses antiguos y
nuevos”). Tras la procesión, tenía lugar el sacrificio de bueyes cuyas entrañas
eran rebozadas en harina de espelta y puestas en el altar para ser quemadas.
Los juegos englobaban competiciones de aurigas y carreras
en el estadio (los corredores eran los acompañantes de los conductores de los
carros de la competición anterior), y competiciones a nivel individual
(corredores, púgiles y luchadores).
Plutarco (Coriolano
24.2) y Dionisio de Halicarnaso (Historia
de Roma 7.68), entre otros, recogen el episodio del “bailarín ‘non grato’ a
los dioses” (491 a.C.). A Latinus, un hombre de vida sencilla, se le apareció
Júpiter Optimus Maximus en sueños encargándole que dijera al Senado que el
danzarín que había presidido la procesión lo había hecho mal y esto le había
provocado disgusto. Como ni a ésta ni a las dos siguientes apariciones Latinus
obedeciera al dios, Júpiter lo castigó con la muerte del hijo y con la
parálisis de su cuerpo y grandes dolores. Ante esto, fue llevado al Senado,
donde relató la aparición y el mensaje. Los senadores investigaron quién era
ese bailarín y descubrieron que había sido un esclavo en cuya espalda su amo
había atado un madero por el pecho y los hombros hasta las muñecas, lo que le
dificultaba los movimientos cuando era azotado de manera pública; esto le
provocaba que, al moverse, distorsionara su cuerpo de modo poco armónico. Los
senadores castigaron al amo por su crueldad y repitieron ese año los juegos
desde el principio de los mismos.
GRECIA:
En el calendario ático, Boedromion (septiembre-octubre)
seguía a Metagitnion (agosto-septiembre) y en él se celebraba uno de los
misterios más conocidos y a la vez desconocidos del mundo griego: los Misterios
de Eleusis.
Estos Misterios tenían una parte pública, ya que se
realizaba a la vista de todos, siendo ésta la parte que nos es conocida, y otra
privada, reservada a los iniciados, que no podían revelar bajo ningún concepto
lo que sucedía dentro del templo (por ende, esta parte nos es desconocida, y lo
único que podemos hacer es elucubrar).
Las
celebraciones previas a la celebración de los Misterios comenzaban el día 13 de
este mes con una procesión de jóvenes de Eleusis al Eleusinion en Atenas, en la
que portaban los “hiera” ocultos en cestas. El primer día de los Misterios
(“agyrmós”) se anunciaba de manera oficial por el hierofante la participación
en ellos para todos los que quisieran ser iniciados, a excepción de aquellos
que no entendían griego o los de alma/mente impura. El segundo día (“élasis”) los
“mystai” o los iniciados marchaban al Falero a purificarse mientras gritaban
“Al mar, mystai (Thalade, mystai)” y, una vez en el mar, se purificaban a sí
mismos con el lavamiento de un lechón en las aguas. El quinto día se celebraban
los Misterios dentro del Eleusinion. Comenzaba con una procesión encabezada por
la estatua de Yaco, seguida por el carro que portaba los “hiera” y a
continuación los sacerdotes, los iniciados y los ciudadanos. Una vez que se
llegaba a Eleusis, los iniciados entraban en el Telesterion o sala de
iniciación y tenían lugar los Misterios.
En
el “Himno homérico a Deméter” se relata que los Misterios fueron instituidos
por la misma Deméter mientras descansó en Eleusis de su periplo en busca de su
hija como invitada del rey Céleo. Durante la estancia en el palacio de Céleo,
Deméter, en apariencia una anciana, intentó mantener por siempre joven y hacer
inmortal al hijo del rey. Para ello lo ungía de ambrosía y lo sumergía todas
las noches en fuego, hasta que fue descubierto por su madre. Deméter,
abandonando la apariencia de anciana y tomando la de diosa, se enfureció y para
ser aplacada fundó los Misterios:
"Pero ¡ea!, que todo el pueblo me erija un gran templo
y un altar dentro de él, al pie de la ciudadela y del elevado muro, por cima de
Calícoro, sobre una eminencia de la colina. Los ritos, los fundaré yo misma,
para que en lo sucesivo, celebrándolos piadosamente, aplaquéis mi ánimo" (traducción
de Alberto Bernabé).
Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO
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domingo, 11 de septiembre de 2016
El fantasma de la Casa del Castril
Hace algunos años trabajé varias semanas en el Museo Arqueológico de Granada con motivo de las actividades para niños que se organizaban durante las vacaciones escolares de Navidad. En la introducción que les hacíamos, les comentábamos que el palacio estaba supuestamente encantado y que algunos trabajadores del lugar aseguraban haber visto al fantasma de Elvira de Zafra, que allí habría vivido siglos atrás. Y los niños, entre asustados y emocionados, con los ojos saliéndose de sus órbitas, se pasaban toda la visita preguntando... "¿Cuándo vamos a ver al fantasma...?"
Pero no solamente los más jóvenes se sienten atraídos por los misterios de la Casa del Castril. Los adultos resultan igualmente fascinados por el relato que tradicionalmente ha explicado la presencia del espectro de Elvira. Una historia de maldiciones, amor, celos, ira y, claro está, muerte. Incluso culmina con un féretro arrastrado por las aguas del Darro debido a esa maldición, de forma que el difunto nunca podría descansar en paz.
Si quieres conocer esta leyenda, así como otras historias mágicas de tu ciudad, no te pierdas nuestra ruta nocturna Leyendas de Granada (organizada por Érase una vez Granada).
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Teo Fernández Vélez
Érase una vez Granada
Teo Fernández Vélez
Érase una vez Granada
domingo, 21 de agosto de 2016
El mito del mes: Agosto
El mes de Agosto pertenece al grupo de meses que, según la tradición, en el calendario
establecido por Rómulo, fundador y primer rey de Roma, recibieron un nombre
relacionado con un número. Así, Agosto se llamaba Sextilis, es decir, “el
sexto”. El año entonces comenzaba en Marzo y hasta Junio tenía un nombre relacionado
con una divinidad. A partir de Julio y hasta Diciembre tenía (y conserva en
parte) un nombre asociado a su orden en el calendario. Para compensar ciertos
desbarajustes temporales, se añadieron meses, llegando a ser doce como en
nuestros días.
Sin embargo, tanto Julio como Agosto cambiaron sus
nombres por otros más ilustres, en honor a dos figuras decisivas e importantes
en la historia de la República Romana. Irónicamente, estas figuras estaban
emparentadas entre ellas, ya que Julio César (mes de Julio) fue el padre
adoptivo de Octavio Augusto (mes de Agosto).
Agosto recibe su nombre de Octavio, hijo adoptivo de
Julio César. Y no tanto porque este llegó a ser emperador, sino por su entrada
triunfal en Alejandría en 30 a.C. (más exactamente, el 29 de agosto de 724 [año
romano]) tras su victoria sobre Cleopatra y Marco Antonio en Accio en 31 a.C. (el
2 de septiembre de 725). Así, por estatuto público, le fue añadido el
sobrenombre de Augusto y de ahí este mes toma su denominación.
En el calendario romano se celebraba la festividad
dedicada a Vulcano (Vulcanales o Vulcanalia). Ésta tenía lugar a finales de
agosto, el 23, y la finalidad era propiciar al dios del fuego para que no
hubiera incendios y así proteger las cosechas. En esta festividad se celebraban
unos juegos en el circo Flaminio, donde el dios tenía un templo. En éstos se
realizaba un sacrificio de peces que la gente que asistía a ellos los echaba al
fuego. Parece ser que el día de esta festividad se comenzaba a trabajar a la
luz de las lámparas, como buen presagio, por aquello de que Vulcano era el dios
del fuego. Así lo recoge Plinio el Joven cuando está describiendo los hábitos
de su tío:
A partir de las
fiestas de Vulcano empezaba a trabajar a la luz de las lámparas a media noche,
no para conseguir un comienzo del día favorable, sino para tener más tiempo de estudio
(Espístolas 3.5, traducción Julián
González Fernández)
Pero es, sin duda, en el calendario griego donde está la festividad más conocida y más celebrada a lo largo de la historia: los Juegos Olímpicos. Hay quien los remonta a los juegos funerarios celebrados en honor de Patroclo (Homero, Ilíada 23), otros que fue el mismo Zeus tras la victoria sobre los titanes como símbolo de la victoria de la cultura sobre la fuerza bruta, pero parece más consensuado que fueron fundados por Heracles en honor a su padre Zeus. Estos se celebraban cada 4 años (algo que se sigue manteniendo en la actualidad).
Uno de los trabajos que Heracles realizó fue limpiar los establos de Augias, quien le prometió una décima parte de su ganado si lo hacía en un solo día. Heracles logró limpiarlos en el tiempo convenido al desviar el curso del río Alfeo. Sin embargo, Augias no cumplió su parte del trato alegando que quien tenía que pagarle era Euristeo, quien le había ordenado el trabajo. Heracles reclamó a Euristeo, pero éste tampoco le pagó excusando que era su trabajo (Heracles estaba sirviendo como castigo a las órdenes de Euristeo). Así pues, Heracles deja por el momento su venganza contra Augias.
Es tiempo después cuando Heracles toma la ciudad de Elis y vence a Augias y a sus hijos. En su camino de regreso, delimita un recinto sagrado, el “Altis”, e instaura unos Juegos Olímpicos en honor a Zeus Patrio. La Olímpica 10 de Píndaro narra todos los detalles previos a la fundación de los Juegos (la lucha contra Augias y sus hijos, la delimitación del recinto sagrado, la dedicación de los altares…). Sin embargo, es Diodoro Sículo quien nos ofrece cuál sería el primer premio de esos Juegos:
Y decidió que el premio de esta competición sería sólo una corona, porque
él mismo había actuado como benefactor del género humano sin recibir ningún
salario (Diodoro Sículo, Biblioteca
histórica 4.14, traducción de Juan José Torres Esbarranch).
Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO
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